El Gral Manuel Belgrano tuvo un paso por estas tierras en los inicios de la revolución que llevó a la independencia del Rey de España, precisamente por lo que hoy sería la traza de la ruta 12 pasó por Entre Ríos en su campaña al Paraguay, acá recopilamos textos publicados por medios de comunicación sobre la historia y vemos oportuno reeditarlas.
Recuerdos de Belgrano
Como tantas otras, El Sauce muestra una historia varias veces centenaria. Perteneció a Gregoria Pérez de Dénis y el dato conmueve. Cuatro meses después de la Revolución de Mayo de 1810, Manuel Belgrano cruzaba Entre Ríos en su expedición al Paraguay, y doña Gregoria puso a su disposición los animales y los criados que tenía desde el Feliciano al puesto de las Estacas. Belgrano calibró el desprendimiento: «La Junta colocará a Ud. en el grado de los beneméritos de la patria», le escribió.
La expedición al Paraguay -calificada como auxiliadora, libertadora o de conquista del Paraguay-emprendida a las órdenes de Manuel Belgrano, fue una campaña militar de la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata contra la intendencia del Paraguay, con el fin de instalar un gobierno bajo su autoridad.
Esta operación contra el gobernador realista del Paraguay y Misiones, Bernardo de Velasco, se produjo al principio de la Guerra de la independencia, entre septiembre de 1810 y marzo de 1811, y resultó un fracaso militar, pero sirvió como antecedente de la creación de una junta de gobierno en Asunción que pocos meses después reemplazó a Velasco.
A raíz de la delicada situación en España, que estaba casi completamente ocupada por las tropas de Napoleón Bonaparte, el 25 de mayo de 1810 se formó en Buenos Aires una Junta de Gobierno tras ser depuesto el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, hecho conocido como Revolución de Mayo. La junta proclamó que gobernaría provisionalmente en nombre del rey Fernando VII a las provincias que hasta entonces constituían el Virreinato del Río de la Plata, hasta que fuera restituido el monarca a su trono. La junta, el 27 de mayo de 1810, y el Cabildo de Buenos Aires el 29 de mayo, dirigieron comunicaciones a las demás ciudades y villas del virreinato expresando los motivos por los cuales habían depuesto al virrey, solicitando el reconocimiento de su autoridad provisional y el envío de diputados para la formación de un gobierno con representación de todas las provincias.
En Asunción respondieron a Buenos Aires el 17 de julio que habían decidido convocar a una asamblea de toda la provincia para el 24 de julio de 1810 a fin de resolver sobre el reconocimiento a la junta y el envío de un diputado. Un congreso de 225 personas, entre funcionarios y vecinos de la provincia, resolvió no reconocer la superioridad de la junta, jurar obediencia al Consejo de Regencia de Cádiz y tomar medidas de orden militar ante el peligro de una invasión portuguesa. Se decidió además mantener relaciones amistosas con la Junta de Buenos Aires a la espera de que el rey definiera la situación de la misma, lo que fue comunicado a Buenos Aires el 27 de julio.
El 18 de julio el Cabildo de Asunción reiteró a Buenos Aires su negativa a reconocer la superioridad de la junta, por lo que ésta envió un ultimátum, cortó las comunicaciones con el Paraguay y decidió incentivar la actuación de grupos paraguayos que le fueran favorables.
Designación de Belgrano
El 19 de agosto, la junta de Buenos Aires cortó toda comunicación con el Paraguay y resolvió enviar una pequeña expedición armada, que estimó sería suficiente, poniendo al frente a uno de sus vocales, Manuel Belgrano.
«La Junta puso las miras en mí, para mandarme con la expedición auxiliadora como representante y general en jefe de ella: admití porque no se creyese que repugnaba los riesgos, que solo quería disfrutar de la capital, y también porque entreveía una semilla de desunión entre los Vocales mismos, que yo no podía atajar, y deseaba hallarme en un servicio activo, sin embargo de que mis conocimientos militares eran muy cortos pues también me había persuadido que el partido de la revolución, seria grande, muy en ello, de que los Americanos al solo oír libertad, aspirarían á conseguirla», dice Belgrano, en sus Memorias autobiográficas.
El 22 de septiembre, la junta de Buenos Aires instruyó a Belgrano, aun convaleciente, para que primero dirija sus operaciones para poner «en completo arreglo» al Paraguay. Se puso a su disposición las milicias de Corrientes, Misiones, 3 compañías de la guarnición de Buenos Aires y un piquete de artillería, junto con las fuerzas que previamente se le habían asignado, publicó El Día.
Habiendo llegado la noticia de la Junta que el Gobernador del Paraguay marcha con fuerzas contra los pueblos de Misiones, que reconocen a esta capital, lo atacará dispersando toda la gente reunida bajo sus órdenes, pasando al Paraguay y poniendo la provincia en completo arreglo, removiendo al Cabildo y funcionarios públicos, y colocando hombres de entera confianza en los empleos se volverá a pacificar el resto de la Banda Oriental.
Ayuda en La Bajada del Paraná
El ejército comenzó a cruzar el río Paraná el 8 de octubre al mando de Juan Ramón Balcarce, llegando Belgrano a La Bajada (actual ciudad de Paraná) el día 10, en donde fue recibido con aplausos. En La Bajada se instaló un campamento para instruir a las tropas, se recibieron víveres y el donativo de 750 caballos hecho por el pueblo. La ayuda fue tal que Belgrano escribió en sus Memorias autobiográficas: «No se me olvidarán jamás los apellidos Garrigó, Ferré, Vera, y Hereñú, ningún obstáculo había que no venciesen por la patria».
Avance por Entre Ríos y el encuentro con Gregoria
Desde La Bajada, las 3 divisiones salieron con intervalos de 24 horas los días 22, 23 y 24 de octubre de 1810, iniciando la marcha por el interior de la Mesopotamia argentina. Belgrano permaneció en La Bajada en espera de los patricios, que llegaron el 1 de noviembre al mando del teniente coronel Gregorio Perdriel y del capitán Saturnino Saraza, partiendo al día siguiente luego de ser revistados dejado 10 o 12 enfermos. No llevaban cargas y los acompañaba un piquete de 25 a 30 milicianos de La Bajada. Antes de partir, el 2 de noviembre Belgrano comunicó a la junta de Buenos Aires la creación del Escuadrón de Milicias Patrióticas de Caballería del Paraná, formado por 3 compañías: «Excelentísimo señor: He creado un escuadrón de caballería con el título de milicia patriótica del Paraná, nombrando de comandante, con el grado de teniente coronel, al sargento mayor de milicias urbanas de este pueblo don Francisco Antonio de la Torre y Vera a quien he ordenado lo conveniente para el nombramiento de oficiales».
Este escuadrón ya habían partido distribuido entre las 3 divisiones. El 8 de noviembre la junta ratificó esta creación. La función de esta milicia de unas 200 plazas reclutada en La Bajada era cuidar las carretas y caballos y tirar la artillería, sin entrar en combate, pues no iban armados.
Los expedicionarios cruzaron el arroyo Las Conchas, descansaron en la estancia de De la Torre y Vera y luego atravesaron el arroyo Antonio Tomás, deteniéndose en la estancia Las Vizcacheras (estancia de Colobrán), al este de Santa Elena. Pasaron luego el arroyo Feliciano, descansando en el puesto de las Estacas de la estancia de Juan Ventura Denis, en la cual su viuda, Gregoria Pérez de Denis, puso a disposición de Belgrano las haciendas, casas y criados, que poseía en su estancia, por lo que es conocida como la primera patricia argentina: «Pongo á la orden y disposición de V.E. mis haciendas, casas y criados, desde el rio Feliciano hasta el puesto de las Estacas en cuyo trecho es V.E. dueño de mis cortos bienes, para que con ellos pueda auxiliar al Ejercito de su mando, sin interés alguno».
Una tradición oral expresa que Belgrano llegó al «Oratorio Deniz» de dicha estancia el 4 de noviembre de 1810, junto al que hizo enterrar a 20 soldados. Siguieron luego las estancias: El Sauce, Las Vizcachas (hoy El Rosario), La Mula de Candioti (en donde desertaron 2 soldados que luego de capturados por la escolta de Belgrano, fueron fusilados en Curuzú Cuatiá), el puesto de la Laguna (de Canteros), estancia de José Muñoz, pasando luego por las puntas del arroyo Basualdo a la actual provincia de Corrientes. Siguieron las propiedades de José Antonio Casco y de Borda, llegando a Curuzú Cuatiá luego de 111,5 leguas de camino.