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La Unión Industrial de Entre Ríos (UIER) advierte por la pérdida de estos puestos de trabajo registrados -cifra aproximada- en los sectores generadores de valor, lo que implica una destrucción de la capacidad productiva de las plantas. En este sentido, la entidad remarca la necesidad de generar políticas para sostener el empleo industrial, por ser el de mayor nivel de formalidad en el mercado, que paga mejores salarios y a su vez es multiplicador de mano de obra indirecta.
La industria es uno de los sectores de la economía más afectados por las políticas nacionales, ya que sufre una caída sensible de los niveles productivos, una baja significativa en las ventas ligadas al mercado interno recesivo, dificultades de financiamiento y problemas para sostener el empleo. En relación a este último punto, genera preocupación el aumento de los despidos en distintos sectores, tanto por la pérdida del sustento de miles de familias como por la destrucción de la capacidad productiva de los establecimientos.
A nivel nacional, las estadísticas oficiales dan cuenta de que en 2018 ya se perdieron más de 60.000 empleos industriales en el país. Esta situación tiene su correlato en Entre Ríos con una caída anual que alcanza el -3,5%, lo que significa que en la provincia se perdieron el año pasado unos 1.000 puestos de trabajo en la industria. En este sentido, la Unión Industrial de Entre Ríos (UIER) plantea una vez más la necesidad urgente de medidas para sostener la mano de obra.
Cada despido en el sector industrial es de gran preocupación, principalmente cuando empieza a verse una trayectoria sistemática, donde varias empresas se encuentran en dificultades para mantener su planta de personal y se enfrentan a la necesidad de achicarse o incluso cerrar. Por lo tanto, la magnitud de los despidos en el sector ya da cuenta no sólo de la profundidad de los problemas por los que atraviesa, sino también de la dificultad que implicará revertir este escenario y retomar la senda de crecimiento.
La importancia del empleo industrial
Si bien la caída del empleo se viene dando en forma generalizada a lo largo de los distintos sectores productivos y de servicios, la situación de la industria es de particular relevancia dado que se caracteriza por su propia complejidad.
La actividad manufacturera exige de altos requerimientos técnicos, habilidades y capacidades por parte de los trabajadores que se desempeñan en las plantas productivas. Muchas de estas habilidades se van adquiriendo por la propia experiencia en la misma fábrica, en un proceso de aprender haciendo. De esta forma, el empleo industrial requiere de una inversión en capacitación y adaptación del personal.
En ese marco, los niveles de empleo en el sector son menos elásticos en relación a otros, es decir, responden en menor medida a la coyuntura de la actividad económica y más a una mirada de mediano y largo plazo. Por ello, ante un deterioro de la situación económica de las industrias, una de las últimas decisiones que se toman es el despido, ya que implica una destrucción de la capacidad productiva de la planta. Además, revertir dicha situación requiere volver a generar las capacidades y habilidades implícitas propias requeridas por cada planta, y el propio tiempo de aprendizaje.
Por otro lado, el empleo industrial presenta claros beneficios para el medio en el que se desempeña. Entre los sectores que mayor empleo genera, es el que mejor salarios paga. En comparación con el promedio de todos los sectores privados registrados, la industria afronta sueldos 20% mayores al resto de los sectores (y hasta 40% mayores en comparación a los sectores que más empleo generan en el sector privado). Asimismo, el empleo manufacturero es de mayor calidad, en su gran mayoría formal y con todos los beneficios que esto implica: cobertura médica, aportes jubilatorios, formalidad laboral y financiera, entre otros.
Por último, también se resalta que la actividad manufacturera presenta altos encadenamientos y, por lo tanto, grandes multiplicadores en el empleo. Se estima que por cada empleo industrial directo se generan aproximadamente tres puestos indirectos. Por lo tanto, la contracción de la actividad industrial y la caída en sus niveles de empleo, va más allá del sector en sí mismo y termina impactando en el resto de las actividades económicas.