A contrario de lo que podría pensarse, no todos los empresarios del sector ven este tipo de medidas como favorables. Y lo explican así: «Si se induce y permite a los gremios pactar condiciones laborales más laxas en nuevos empleos y se mantienen las condiciones vigentes en las empresas que hace años operan en el país y tienen sus planteles de personal estables, se ha de decretar la muerte de la actividad marítima nacional ya que el comercio exterior argentino quedará en manos de las multinacionales».

Por las condiciones particulares de la actividad, los capitanes de buques mercantes gozan de algunas cláusulas especiales. Por ejemplo, tienen un régimen de francos que les otorga un día de descanso por cada jornada trabajada y la posibilidad de un retiro anticipado a partir de los 52 años, es decir, 13 años antes que la mayoría de los trabajadores del sector privado.

Si bien es cierto que cada una de estas conquistas tuvo oportunamente su justificación, en los últimos tiempos comenzó a imputarse la falta de competitividad casi en forma exclusiva al tema salarial y al exceso de descanso de las tripulaciones, que obliga a las navieras a tener que contratar más personal.

Este criterio es que el pareció primar cuando hace tan solo un mes, la compañía argentina Maruba «forzó» la legislación en materia de cabotaje marítimo y fluvial e ingresó un buque con marinos filipinos, tomando aparentemente desprevenidas a las autoridades del Ministerio de Transporte.

Para que la hélice de un barco se ponga en movimiento, intervienen diversos profesionales del mar con distintas especialidades. Y el capitán, sus oficiales y la tripulación no son representados por una sola asociación gremial. Esta «sinfonía» de sindicatos marítimos (casi una decena) no siempre «suena» en forma armónica y habrá que esperar para saber si esta forma de buscar mayor competitividad se extiende en el sector.